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martes, 5 de diciembre de 2017

Taller de Braille en un colegio de Maro (Nerja).



Leyendo un cuento a los alumnos de infantil

En los tiempos de estudiante universitaria organicé para el Colegio Mayor un curso de Braille que tuvo mucho éxito. Ana, mi mejor alumna a quien llamábamos La Alejandrina por su pasión hacia Alejandro Magno y todo lo heleno, me escribía largas cartas con poemas de Quevedo, versos árabes o reflexiones personales. En la puerta de las habitaciones de mis alumnos pegué una etiqueta con su nombre en Braille y algunos más aparte de Ana adquirieron la regleta y el punzón para poder seguir practicando. Una de ellos, María José, se puso en contacto conmigo hace poco para sugerirme que impartiera un taller de Braille en el colegio de sus hijas. Me ilusionó muchísimo porque a ella creo que no la había visto desde que terminé la carrera. Es médico y tiene dos niñas gemelas de siete años, muy maduras para su edad: Lucía y Candela.


Leyendo el mensaje secreto

Acepté la oferta, claro, mas lo que no sabía era que iba a pasar por todas las clases del centro, el CEIP las Maravillas de Maro (Nerja). Se trata de una escuela pequeñita, con dos y a veces tres niveles por clase y dos maestros en cada aula menos en sexto, creo, a pesar del reducido número de alumnos. Esto supone una indiscutible ventaja porque así los niños reciben una atención personalizada y familiar. Por añadidura, las relaciones entre ellos responden a esa cordialidad, a esa camaradería. Hay ochenta alumnos en total que, sin ningún problema, interactúan con chicos mucho más pequeños o mayores: los aprecian, los ayudan... Incluso, en horario lectivo, los de cursos elevados leen en voz alta a quienes aún no han aprendido a hacerlo. Otro elemento muy positivo es la sorprendente mezcla de países a causa de extranjeros que han elegido este hermoso enclave para instalarse. Conocí a alumnos daneses, ingleses, escoceses, austriacos, italianos, suizos, rumanos, checos, y seguro que olvido más países. Noté esto especialmente cuando escribí el nombre de cada niño en Braille: muchos me lo tenían que deletrear.


Enseñando el uso del bastón a niños de primero y segundo.

La primera clase fue la más entrañable: ¡los alumnos de Infantil! De tres a cinco años. Les leí un cuento adaptado, en tinta y Braille, con hermosos dibujos que incluyen diferentes texturas. Estaban deseosos por tocarlo y un chico escocés, feliz a pesar de llevar sólo dos días en el centro e integrado aunque no comprendiese ni una palabra de español, se echó a llorar exclamando: "I'm angry!". Su compañero no le permitió tocar y pensaba que ya no iba a hacerlo... ¡mas todos tenían su turno! Yo les leía en una silla bajita y ellos, sentados en el parqué ("la Asamblea" lo llaman), me rodeaban expectantes; ávidos, deseosos de aprender. Los críos son científicos en potencia, exploradores natos. Su curiosidad no tiene límites, ni su capacidad para maravillarse. ¿Por qué se va perdiendo todo esto con los años? Sin duda, nosotros tenemos gran parte de culpa al considerar absurdas e impertinentes sus preguntas, no hacerles caso, no enseñarles, ridiculizarlos, no sentarnos junto a ellos a escucharlos, a guiarlos, a compartir; a sorprendernos con ellos.
Estos encantadores niños me despidieron cantando una canción sobre el Espacio que afirmaba que la Luna es un satélite y que la Tierra gira en torno al Sol. ¡Pobre Galileo, que le hicieron la vida imposible por afirmarlo!


Escribiendo los nombres de los niños en braille

A los de 1º y 2º, además de la explicación sobre el Braille, les estuve diciendo cómo me muevo por la calle, para qué sirve el bastón, etc.
En las siguientes clases, de 3º y 4º y 5º y 6º respectivamente, repartí un "mensaje secreto" que tenían que descifrar, y lo hicieron muy rápido: "Leyendo aprendemos, disfrutamos y nos divertimos". Había llevado una revista y algunos siguieron intentándolo con la portada, que al no estar escrita en interpunto (a doble cara) resultaba más fácil. Se maravillaron al verme leer tan rápidamente.

Me encantó la experiencia y estoy dispuesta a repetirla en otros colegios. Los chicos de Maro ya mirarán a los ciegos con otros ojos, y seguro que no olvidarán las nociones del Braille. ¿Quién sabe? Muchas veces sembramos semillas donde menos lo esperamos. Tal vez alguno de ellos, en el futuro, hará algo provechoso por el bien de los discapacitados.

Muchas gracias a María josé por confiar en mí para este hermoso cometido y al colegio por su acogida, entusiasmo y buena disposición.

4 comentarios:

  1. ¡Graaande Rocío! ¡Una experiencia magnífica! ¡Gracias por compartirla con nosotros!

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  2. Un bonito y hermoso trabajo. ¡Enhorabuena!

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  3. Rocío, soy Raquel,la maestra de los "mayores", quería decirte gracias una vez más. La actividad estuvo genial para todos, para los niños/as y para los maestros/as.

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  4. ¡Oh, qué agradable sorpresa! Muchas gracias por tus palabras y por tratarme tan bien en el colegio. Pide a los niños que sigan practicando porque voy a mandar una carta en Braille. Besos.

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