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viernes, 6 de diciembre de 2013

Muere Fernando Argenta


Estos días, los amantes de la música clásica nos sentimos un poco huérfanos. Como el propio Fernando decía en muchas ocasiones, los oyentes de su mítico programa "Clásicos Populares" formábamos parte de una gran familia, compartida con la vivísima presencia de los grandes compositores de toda la historia: el cura pelirrojillo, el viejo peluca, el esponjita, el niño de cristal y el sordo genial, entre otros.
Comencé a escuchar Clásicos Populares el 19 de diciembre de 1991, jueves, cuando tenía casi 12 años. Mi afición musical estaba aumentando por entonces gracias a los ecos del bicentenario de Mozart, pero aquel día supuso un antes y un después, por ello lo recuerdo tan nítidamente. Emitieron el concurso "busque, escoja y compare", cuatro versiones del "for unto us a child is born" del Mesías de Händel. Yo, entonces niña inexperta, tuve dificultades en apreciar diferencias entre las cuatro versiones emitidas.
Las obras de la semana pasaron a constituir el hebdomadario musical de aquel año, porque los repasos emitidos me bastaban para evocar emociones, sentimientos y vivencias de aquellos días. Y los concursos, ¡qué delicia! "El más rápido a este lado del Mississipi", "con un segundo basta", "La pregunta tonta", "de quién es esta voz", "hagamos cisco el disco"... También las secciones: "detrás de cada gran clásico siempre hay una gran mujer", con mención especial a las esposas de Bach, "si lo llego a saber compone su padre", espacio dedicado a autores desconocidos; las biografías, recuerdo las de los Strauss y la de Tchaikovsky, "El anecdotario", "El bicho de Beacham", etcétera, etcétera. Oh, ¿y cuando había que subir el volumen de la radio para que Natalia Andrade, con sus pésimos gorjeos asesinando, entre otras, el aria de la Reina de la Noche, nos trajera un poco de lluvia?
En 2007 tuve la suerte de ganar el concurso "con Mozart a la quincena" y gracias a aquel premio viajé a san Sebastián, al famosísimo festival veraniego: ¡cuánto deseé desde mis inicios como oyente efectuar algún viajito musical! Pero las melodías misteriosas que había que acertar eran tan complejas... Recuerdo la primera que escuché, en el 92: el Concierto para salterio de un tal Salulini.
Todos los días aguardaba con expectación a las cuatro, las siete, las tres de la tarde, dependiendo del horario, para sumergirme en los clásicos populares. La gran familia de Fernando y Araceli ha paliado desde luego los huecos de falta de amigos en mi adolescencia, me ha consolado en momentos de desazón y me ha hecho reír siempre.
Pero, como Fernando decía, cuando sobran las palabras entra la música, por eso quiero homenajearlo ahora con este fragmento.
Desde aquí mi más sentido pésame a su esposa Toñi y a su hijo Ata y, claro está, mi más sincero agradecimiento por la gran labor de Fernando; por los 32 años de "Clásicos Populares" y los diez de "El Conciertazo"; por haber sembrado la afición musical en personas a priori no amantes de la música clásica; por haberme enseñado, entretenido y acompañado tanto. REQUIESCAT IN PACE.
Os remito la última entrevista concedida a Argenta, en su casa, hace sólo unas semanas. Me sobrecoge oírlo hablar con esa voz tan débil; él, que derrochaba entusiasmo por los cuatro costados. En mi mente aún resuena el consabido "Aquí comienza Clásicos Populares".

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